“Los afamados caballos de Dawan, de finos huesos y fuertes músculos
Y ojos tan agudos como el bambú y piernas ligeras como el viento.
Por peligroso que sea el sendero, confíales tu vida
Porque estos son caballos valientes y corren durante 10000 lis “
Du Fu, poeta chino de la dinastía Tang
“…Apresuró el paso. Nanak la estaba esperando. No necesitaba mirar el reloj, sabía que era tarde por la posición del sol. De pronto vio una feria enorme y no pudo resistir su curiosidad.Su pasión era la artesanía. Y ya iba a marcharse cuando le señalaron un edificio donde había un artesano que hacía unas esculturas prodigiosas. No se pudo resistir. Entró a verlas, de todas maneras sería solo un minuto. Se quedó extasiada viendo cómo moldeaba las formas y le compró un caballo con los cascos doblados hacia adentro que daban la sensación de estar suspendidos en el aire.No sabía por qué, pero le llamó la atención. Se apresuró hacia la salida. Pero cuando buscaba la puerta, no había una, sino cuatro. Abrió la primera y vio que no era, abrió la segunda, tampoco. A través de las cristaleras veía el camino, la feria y su vista se perdía en las verdes colinas. De pronto vio una manada de caballos majestuosos cabalgando entre nubes de polvo que parecían flotar dentro de ellas. Los miró y se dijo para sí, “Estos caballos serán en los que se inspiró el artista”. Continuó buscando la salida, pero ninguna era. Se sentía atrapada, estaba empezando a desesperar, cuando se acercó un desconocido que, sin mediar palabra, le abrió la puerta, una que estaba segura que antes no existía. Se dio vuelta para darle las gracias, pero éste se había esfumado sin dejar rastro. Le buscó sin éxito hasta que desistió y salió al aire libre con el viento azotándole el rostro, sin poder borrar de su alma esa sensación de angustia a la vez que de agradecimiento a ese desconocido…”
“…-A los hombres les mueve la ambición o la necesidad. En nuestro caso fue siempre la necesidad. Si no nunca nos hubiésemos extendido hacia el oeste. Y esos caballos que conseguimos nos protegieron y ayudaron no solo a repeler a los invasores, sino también a hacer la ruta más segura. ¡Fueron los protectores del comercio y los salvadores de nuestra cultura! Sin ellos no hubiésemos podido sobrevivir…”
“…- El agradecimiento es la memoria del corazón, y el corazón chino tiene muy buena memoria. Dice un proverbio vuestro “cuando comas el brote de bambú recuerda la mano que lo plantó”, así que imagino que les habrán agradecido a esos caballos toda la vida – dijo sonriendo Pablo…”
“…Y Lin les narró la leyenda de los caballos celestiales que fueron los padres de los afamados caballos de Dawan, en el valle de Ferganá, esos caballos que galopaban como el viento y que sudaban sangre…”
( Fragmentos del Libro “Los Caballos del Cielo” )







